sábado, 14 de abril de 2012

Cerros de las Moratillas

Día 14 de abril de 2012. Día gris, ventoso y desapacible, pero después del parón de semana Santa apetecía salir a dar un garbeo.

Los cerros de las Moratillas forman una estribación de la Sierra del Picarcho de la que se encuentra separado por el Canalizo de las Monjas. Forman una estructura circular con numerosos barrancos que parten de su parte central y se dirigen hacia la periferia. El barranco más importante es el que desagua a la Cañada del Judío frente a la Casa de los Chatos. Su máxima altura es de 491 msnm aunque la madama se encuentra a 464. Su cima es muy llana formando una estructura amesetada interrumpida por los barrancos que radialmente parten del centro. Tiene numerosos flancos acantilados, sobre todo en su parte sur y este.

Se encuentra a escasos metros de la carretera de Jumilla a Cieza, en su parte derecha siendo fácilmente identificables a la altura de los kilómetros 12 a 15 por su cima plana.

Forma una estructura calcárea de fácil erosión que ha originado numerosos canales, oquedades y abrigos en la roca.

Su vegetación es eminentemente arbustiva siendo muy escasos los pinos, que se encuentran aislados o concentrados en el fondo de alguno de los barrancos. El esparto es la plata predominante.

La ruta: he hecho una ruta circular, rodeando gran parte del perímetro de Las Moratillas. He empezado por la parte noreste, por el barranco del Yacimiento Ibérico de los Abrigos de las Moratillas. Enseguida se llega a la zona amesetada, recorriendo entonces el bode de gran parte de los cerros, en dirección sur/oeste/norte para volver al lugar de partida. He tardado algo más de tres horas. La ruta en si es bastante sencilla, caminando siempre monte a través. Algunos barrancos los cruzaba en línea recta bajando y subiendo y otros los hacía por la curva de nivel, sin bajar mucho. Desde los cantiles del sur se observan bonitas vistas de la vega de la Cañada del Judío. En la revista JUNCELLUS, Emiliano Hernández hace referencia a este topónimo en los siguientes términos: “la Cañada del Judío hace referencia a un hecho o leyenda que refuerza todavía más la utilización del valle como zona de tránsito y paso natural de gran tráfico desde tiempos prehistóricos. El nombre le viene de un judío que traficaba y hacia contrabando utilizando como camino la Cañada a la que puso nombre, y cuya fama en la zona de Jumilla y Cieza hizo que la denominación de su origen quedara plasmada para siempre.”


Abrigos Ibéricos
 Este monte tiene bastantes restos arqueológicos. Había oído hablar de ellos, pero no sabía exactamente cuáles eran. Ya he citado los abrigos ibéricos en los que he iniciado la ruta. La Carta Arqueológica de Jumilla, de Jerónimo Molina, los describe así: “Se trata de un conjunto de abrigos en amplio semicírculo, en el fondo de un barranco, con orientación este, abierto a las margas tortonienses del Mioceno superior.” Desde ellos se divisa el paraje de La Malacapa y el del Atochar Gordo. Cerca pasaría el rio Juá en su camino hacia el Segura, que debió de proporcionar al yacimiento buenos recursos agrícolas complementados por los del pastoreo, caza, y recolección espontánea.

Pero el que me ha llamado poderosamente la atención ha sido el de la Muralla. En la parte sur del cerro, el que da justo enfrente de la Cañada del Judío y en una colina rodeada de cantiles menos por el lado en el que está colocada la muralla. Desde lejos pensaba que se trataba de una construcción reciente, refugio de pastores. Pero copio literalmente lo que dice Emiliano, en la revista Juncellus: “Es el primer yacimiento que se localizó en la zona que nos ocupa, encuadrado por los Molina como Argárico, en la Carta Arqueológica de Jumilla. Debemos entenderlo como de la Edad del Bronce Pleno, sin que sea puramente argárico.


Se trata de un asentamiento pequeño, que ocupa la parte superior de una colina amesetada de las anexas al macizo de las Moratillas y dando vistas al valle de la Cañada del Judío. Tiene unas defensas naturales debido a los cantiles que posee la colina en tres de sus lados y en la parte NE, donde el acceso es más fácil, se levantó una muralla de 65 metros de longitud y una anchura de 2,5 metros, que es la que da nombre al yacimiento. La muralla está bien conservada y es impresionante su observación desde la parte baja de la misma; conserva la entrada en oblicuo, como es obligado, (por razones de mejor defensa) y un gran torreón circular que refuerza la defensa.


El reciento ha sido reutilizado para encerrar ganado desde el momento mismo del abandono del poblado hasta nuestros días, conservándose la puerta de la corraliza adosada a la muralla.


Por el material encontrado: cerámica a mano con desengrasante grueso y superficies espatuladas, un molino de mano y un molar de caballo, efectivamente es un poblado de la Edad del Bronce, con economía agrícola y ganadera. Tenía una doble función: la producción agrícola y el control del tránsito por la Cañada del Judío.”




Jaguarzo en flor


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